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Los votantes suizos votaron recientemente en contra de garantizar la renta básica a todos los ciudadanos del país, una propuesta que, en alguna medida, está en el programa electoral de uno de los partidos que concurren a estas elecciones. La medida, llevada a cabo por iniciativa popular fue rechazada por el 76,9% de la población, que lo consideró “un riesgo” para su buena economía dado el gran volumen de recursos que consumiría a las arcas del estado.
Sin embargo, los buenos niveles de paro y su política económica liberal hacen de este país uno de los pocos privilegiados que, si quiera, podrían plantearse algo así. Suiza tan solo emplearía un tercio de su riqueza nacional en financiar una renta de 2.000 euros mensuales para toda la población mayor de 18 años. Actualmente, gozan de gran estabilidad y riqueza, ofreciendo la tasa de paro más baja de Europa con tan solo un 3,6%.
Una de las claves de esta situación es la total liberalización del mercado laboral donde no existe salario mínimo ni indemnizaciones por despido (solo un preaviso de 30 días). Y la otra, es la fuerte conciencia moral de los ciudadanos. Samuel Benhadan, economista de la universidad de Lausanne, tenía clara la intención de voto de los suizos ante una medida de este tipo, que pudiera desestabilizar la buena situación económica de su país: “En caso de que hubiera un referéndum es muy improbable que los suizos aceptaran, porque temen que esta medida arruine la economía del país”.
Además de los problemas económicos que podría acarrear al Gobierno suizo, la iniciativa contaba con un defecto muy obvio: provocar una desmotivación laboral al tener asegurada una renta básica. La población también ha tenido en cuenta este hecho a la hora de acudir a las urnas y finalmente se ha decantado por desestimar la iniciativa con el fin de que el subsidio no se convirtiera en una pesada carga para el estado y una brecha en sus buenas cifras de empleo.
Suiza es un ejemplo de cómo funciona la generación de riqueza. La iniciativa privada es la que crea economía, que a su vez provoca el empleo. Cuanto baja la mano de obra disponible se ponen en marcha las reglas del mercado, oferta y demanda: la consecuencia: suben los salarios.
Suiza, además, cuenta con otras ventajas, como el control de las ayudas por desempleo. Las ayudas a trabajadores con hijos a su cargo pueden llegar hasta el 80% del salario durante 400 días. Hay muchos controles, sin embargo, para evitar que recibir estas ayudas frene la búsqueda activa de empleo.
Además, en Suiza es más fácil ajustar plantillas. Esta circunstancia hace que se abarate también la contratación, ya que se traslada un mensaje de "confianza mutua" que hace que las relaciones empresa-trabajador tengan una mayor certidumbre.
